
Hablar de una obra maestra siempre es difícil, apenas se pueden sacar defectos y al final los adjetivos positivos pueden tornarse repetitivos. Pero lo cierto es que esta secuela de Maniac Mansion rompe el tópico aquel que dice que "las segundas partes nunca fueron buenas". De hecho, sorprende que saliera algo semejante a partir una primera entrega que pretendía ser una parodia de las típicas películas protagonizadas por adolescentes que deben adentrarse en mansiones o lugares siniestros habitados por familias y/o personajes pintorescos fuera de lo normal. Al estilo de La Matanza de Texas, vaya. Por suerte, esta secuela no se contenta sólo con ofrecer un remake paso por paso de su entrega anterior, sino que reinventa el concepto para ofrecernos una aventura totalmente distinta que sólo respeta el nombre, el diseño de algunos personajes y el escenario de la mansión. Pero todo con un tono distinto, más descacharrante, divertido y, sobre todo, original. El toque terrorífico de la primera parte (esa Edna paseando por los pasillos, sobresaltando con su inesperada presencia) desaparece para dejar paso una aventura extraña y surrealista.
Se rescata un personaje: Bernard, que esta vez va acompañado de sus compañeros de piso: Labern y Hoagie. Los tres se verán obligados a cumplir la complicada misión de detener al terrible tentáculo púrpura, que tiene sed de sangre y ganas de conquistar el mundo tras haber obtenido dos apéndices que se asemejan vagamente a lo que deberían ser dos brazos al probar un producto químico. Ellos serán los que intentarán ir al pasado reciente con la máquina del tiempo para evitar que el maldito tentáculo beba el producto que lo ha dotado de cierta megalomanía. Por desgracia, la máquina del doctor Fred falla miserablemente y los tres son lanzados a diferentes períodos del mismo lugar: Pasado, presente y futuro. Nuestros... ¿héroes? deberán regresar para poner de nuevo en funcionamiento la citada máquina y pararle los pies al tentáculo púrpura. Por desgracia, no les resultará nada fácil el regreso.
Un argumento original, simple pero efectivo, con unas misiones muy claras. Todo lo contrario a su antecesor, donde apenas se especificaba lo que había que hacer realmente. Pero nuevamente, esa sencillez esconde lo mejor del juego, que son las miles de posibilidades que posee y su dificultad, ya que a pesar de tener unos puzzles muy lógicos y ocurrentes, posee un desarrollo tan libre, en donde se pueden realizar ciertas acciones en el orden que se desee, que al final acaba abrumando. Pero lo más divertido es que se manejan en todo momento a estos tres personajes en escenarios muy diferentes (pese a ser el mismo en diferentes periodos), lo cual hace que el juego gane mucho en cuanto a variedad de objetos (intercambiables) y personalidades, con unas descripciones muy ocurrentes y divertidas sobre un mismo elemento del escenario. Además, las situaciones son de lo mejor, poder hablar con el presidente Washington, una versión futurista de la estrambótica familia del dr. Fred o simplemente pasear por la mansión en su momento actual, comparando las habitaciones y los cambios, es entretenidísimo. La premisa, ya de por sí, es perfecta.
A esto ayuda el excelente acabado gráfico. Los diseños son fantásticos y las animaciones poseen una calidad indiscutible, los personajes se mueven con una expresividad tan estrafalaria que es capaz de arrancar una sonrisa al mínimo gesto. Están tan cuidadas que hasta los personajes se mueven cuando se deja el control quieto, la expresión al levantarse las gafas de Bernard es inesperada y muy apropiada con su carácter. También hay alguna que otra escena cinematográfica: al principio y unas pocas más en algún momento del juego. Pese a la comprensible baja resolución, propia de la época y de su interfaz, el nivel de detalle y el logradísimo estilo consiguen que nos olvidemos de sus limitaciones. En otras palabras, soporta de maravilla el paso del tiempo. La música y los sonidos tampoco desmerecen, aunque los efectos sonoros se aprovecharían en juegos posteriores como el comentado Sam & Max: Hit the Road. Las voces, que desgraciadamente sólo se escuchan en la intro, son de elogio, aunque el juego no esté doblado al castellano. Pero sí subtitulado, claro.
En definitiva, es la aventura gráfica por excelencia, sus personajes son tan carismáticos y las situaciones son tan ocurrentes que se perdona la simpleza de su argumento a favor de un desarrollo más complejo de lo que parece a simple vista. Algunos la consideran la mejor aventura de Lucas Arts, lo cual no sorprende, ya que lo es por méritos propios. 10/10
